sábado, 11 de abril de 2009

Dedicatorias

La adquisición de un libro viejo suele depararnos algunas sorpresas. Como por ejemplo, encontrar papeles amarillentos, recortes periódisticos, cartas, etc., adentro del ejemplar comprado. La entrada de hoy está íntimamente relacionada al regalo que acompañaba a uno de los últimos libros que compré. No recuerdo de que libro se trataba, pero el recorte de La Nación, que estaba plegado dentro del mismo es excelente, y me dió el pié suficiente para ocuparme del tema de esta entrada.
El artículo fue firmado por María Adela Luchetti de Fernández de Monjardín, docente y pedagoga que desarrolló su labor en los pagos de Luján; y fue publicado en el diario de los Mitre el domingo 2 de noviembre de 1975, pág. 4, sección 3a. y se tituló: "Un hombre olvidado. D. Santiago Arcos Arlegui".
Durante 1870 el coronel Lucio V. Mansilla estuvo con un grupo de soldados recorriendo el sur de la provincia de Córdoba y el norte de la provincia de La Pampa. El relato del viaje de Mansilla quedó plasmado en 66 cartas (a modo de folletín por entregas) que se comenzaron a publicar en La Tribuna (Año XVIII, no. 5876) a partir del viernes 20 de mayo de 1870. Dichas cartas con el título de: "Una excursión a los indios ranqueles" estaban dirigidas al amigo chileno, hombre de izquierda, aventurero, escritor y peregrino -Luchetti, dixit- Santiago Arcos.
Hasta aquí, todo es objetivamente claro. Sin embargo, siempre hay un pero que complica los acontecimientos.
El éxito de los artículos escritos por el gran novelista fue tan amplio que los amigos impulsan al autor a publicar las cartas en forma de libro. El libro está dedicado a Orión, seudónimo del director de La Tribuna (periódico donde se habían publicado las cartas), Héctor F. Varela. Esta primera edición fue impresa en Buenos Aires, en la Imprenta, Litografía y Fundición de Tipos, en la calle Belgrano 126. Es, en esta edición donde aparece el nombre de S. Arcos. En ediciones posteriores, ya no aparece más. Ni en la de Leipzig, editado por F. A. Brockhaus con noticia biográfica de Enrique Kitt, ni en la edición de 1890 a cargo de Daniel García Mansilla.
Hay que esperar hasta la edición de Alberto Palcos de Jackson, en 1944, en la colección Grandes Escritores Argentinos, para encontrar la mención explícita de la dedicatoria.
David Viñas, por su parte aborda el tema en una nota escrita en 2003 en el matutino Pagina 12, bajo el título Quince hipótesis sin orden cronológico El autor de Un Dios cotidiano afirma en dicho artículo que: "Una excursión no está dedicada a Santiago Arcos, quién, en realidad, funciona como destinatario retórico... Las únicas inscripciones categóricas del texto son, en la primera edición la dedicatoria a Héctor Varela posteriormente eludida..."
La hipótesis de Viñas no parece sostenerse ya que Santiago Arcos es un destinatario deliberadamente escogido, que tenía un conocimiento profundo de la problemática indígena. Como afirma Julio Caillet-Bois, también citado por Luchetti: "La dedicatoria de las cartas a Arcos no es sólo un recuerdo cordial: el amigo ausente que conocía el problema del indio y del desierto y años atrás había publicado un estudio titulado: "Cuestión de los Indios: las Fronteras y los Indios". (Bs. As., 1860)." Arcos era, por lo tanto, un interlocutor muy entendido en las cuestiones de las que tratan las cartas.
En el libro que nos ocupa las dedicatorias, a lo largo de las diversas ediciones, y salvo honrosas excepciones, se omitieron. Ni el destinatario de las cartas, ni a quién se le dedica la obra, son mencionados. El artículo escrito por María Adela L. de F. de Monjardín busca reponer la verdad histórica de este asunto.
Una última palabra acerca de Santiago Mariano del Carmen Arcos Arlegui, tal su nombre completo. Nació en Santiago de Chile en 1822 y murió, en Paris, en 1874. Hijo de una acomodada familia chilena; sus ideas políticas le valieron una vida de destierro y permanentes mudanzas. Benjamín Vicuña Mackenna lo llamó candoroso padre del comunismo moderno. Además de Mansilla, fue amigo de D. F. Sarmiento y B. Mitre. Las epístolas que les envió a ambos escritores argentinos pueden consultarse en la página web del Proyecto Sarmiento.
Corría el año 1874 cuando el escritor chileno se enteró que padecía un cáncer de lengua. Tomó la decisión de suicidarse, hecho que concretó arrojándose a las aguas del Sena.